Entrando en
el colegio con la mano firmemente sostenida por la de Erik, me sentía completa.
Me levanto cada mañana con ganas de ir a
trabajar porque adoro a los niños pequeños, y cada día me levanto por la mañana
pensando en el sueño que acabo de tener de Erik, mi NOVIO. Tengo una vida
perfecta, con sus altibajos normales que he tenido antes, y pérdidas, y cosas.
Algo de tranquilidad nunca va mal, la verdad.
Solo entrar,
apareció Marcus saliendo del despacho. Cuando me vio, fue directo hacia mí y me
dio unos de sus abrazos de oso. Me puse a reír y dejé ir la mano de Erik para
poder abrazarlo mejor. Al cabo de unas vueltas y unas cuantas risas más, me
dejó en el suelo. Vi como Erik se relajaba al instante, como si hubiera estado
aguantando la respiración para no hacer ningún movimiento del que luego tuviera
que arrepentirse. Estoy orgullosa, no ha
hecho nada mi Príncipe celosillo.
De la nada,
apareció Raquel con mirada malévola. Ui,
esto no me va a gustar
— ¡Eli! vas
sola a la excursión, oooooh que penita — dijo Raquel con tono malvado. Le saqué
la lengua y volví a coger la mano de Erik. Noté como en el instante en el que
se la cogí, se acercó a mí como si yo fuera un imán, y necesitara estar cerca
de mí.
— No te doy
nada de pena, porque vas con tu Príncipe particular. Estás eufórica, ¿no es
así? — Solté sin pensar. Erik a mi lado, se la quedó mirando como si no fuera
nada del otro mundo, como si ya lo supiera. Raquel miró de Erik a mí, como si
estuviera comprobando cuánto sabía él. Que
yo sepa, no sabe nada, al menos de la parte de Raquel. Hablando de Raquel,
se esfumó de repente con cara enfadada. Me puse a reír y vi que ese sonido dejó
ir la tensión del cuerpo de Erik.
Le solté la
mano y me crucé de brazos sobre mi pecho girándome hacia él. Me miró confuso y
luego miró hacia otro lado, evidentemente, escondiéndome algo.
— Suéltalo,
¿Qué sabes? — Exigí con tono demandante y serio. Siguió sin mirarme. ¿Haciéndose el difícil? Eso ya lo veremos.
Me puse de
puntillas y rodeé su cuello con mis brazos, obligándolo a enfrentarme. Le di un
beso corto en los labios y le mordí el labio inferior. Se acercó más a mí y me
rodeó con los brazos. Cuando iba a darme un beso más largo, aparté la cara.
Entendió que era a propósito para sacarle información y me abrazó.
— Me quitas
el aliento – Me susurró al oído. Ante esa confesión no pude evitar ponerme
colorada y reírme. Lo abracé apretándome más contra él. Acerqué mis labios a su
oreja, rozándola aparentemente sin querer, provocándole escalofríos.
— Canta –
Susurré con tono serio, de nuevo. Voy a
conseguir que me lo diga, quiera o no. Noté como su pecho bajaba, dejando
ir un largo suspiro.
— De
acuerdo, pero sepárate que no puedo pensar con claridad cuando te tengo tan
cerca – Dijo suavemente, mientras me apartaba con gentileza, pero me mantenía
cerca con sus manos a ambos lados de mi cadera.
Se me quedó
mirando con cara dolida, como si lo hubiera forzado o algo similar, no pude
evitar reírme y asentir con la cabeza para indicarle que empezara a hablar.
— No lo sé
seguro, pero creo que a Quim le gusta Raquel. Y por lo que le has dicho hoy y
la cara que ha puesto, a Raquel también le gusta Quim. Intenté sonsacárselo a
Quim, pero ya has visto como es. Es muy hermético cuando se lo propone, pero
conmigo le cuesta callarse las cosas. Se lo he notado, y estoy seguro de que tú
también se lo has notado – Asentí con la cabeza mientras miraba hacia otro
lado, intentando pensar en algo. Pero no se me ocurría nada. Me mordí el labio
inferior inconscientemente.
Noté un dedo
cálido recorrer mi labio inferior hasta que lo dejé libre del agarre de mis
dientes. Levanté la mirada y me encontré con unos ojos fuera de lo normal.
— Déjate de
morder el labio, te vas a hacer daño. ¿Qué estás maquinando? Conozco esa
mirada, estas intentando trazar un plan. Es la misma mirada con la que me
mirabas cuando me acerqué a Laura en el comedor en nuestra fase de celos – Me
quedé petrificada, no sabía que decir – Oh, Sí, me encanta cuando abres tanto
los ojos porque estas realmente sorprendida. ¿Te creías que nunca descubriría
tu plan? Eres muy lista, lo tengo que admitir. Pero nunca me subestimes – Soltó
con cara de autosuficiencia y una sonrisa arrogante en la cara. Me aparté poco
a poco de él, mirándolo con mirada sospechosa. ¿Cómo ha podido averiguarlo? Si solo lo sabía yo y Laura, no lo
entiendo. A no ser… que me oyera hablar con ella por el pasillo o algo. Debería
haber sido más cuidadosa.
— ¿Cóm… –
Empecé a preguntar, totalmente confundida. Pero él me cortó antes de siquiera empezar.
— Que ¿Cómo
lo sé? No te lo voy a decir, es cosa mía. Tú guardas secretos… pues yo también.
Y no me mires así que no vas a conseguir nada – Dijo, rápidamente, mientras yo
pestañeaba con fuerza. Al ver que no funcionaba, pasé a la fase B. Empecé a hacer
pucheros, y a morderme el labio inocentemente. Negó con la cabeza, negándose a
mirarme, miraba hacia todas partes menos a mí. Me puse justo delante cada vez
que giraba la cabeza, hasta que cedió y se acercó a besarme. Pero cuando sus
labios estaban casi rozando los míos yo ya me había apartado.
— No, eso sí
que no. Eso es jugar sucio – Se quejó mientras me acercaba a él y yo seguía
girándole la cara con una sonrisa malévola pintada. Me negaba a besarlo hasta
que no soltara todo lo que sabía – Princesa… No me hagas esto, por favor –
Suplicó haciendo pucheros. Me puse a reír mientras él pestañeaba exageradamente
intentando obtener una reacción por mi parte. Me mordí el labio inferior y en
menos de un segundo, dejó de hacer tonterías y su mirada se fijó en mis labios
de forma magnética. Era como si estuviéramos bajo un hechizo y solo
existiéramos nosotros. Por eso, cuando Erik se abalanzó sobre mis labios, no
vimos el grupo de niños pequeños saliendo en fila hasta que no los tuvimos
entre las piernas buscando un hueco por el que poder pasar.
Sorprendidos,
nos separamos y saludé a varios niños dándoles abrazos y besos. No puedo apartar la imagen de Erik
totalmente hechizado por mí, lo mucho que le afecto, el poder que tengo sobre
él. Puedo conseguir cualquier cosa que me proponga. No pude evitar reírme
mientras lo miraba. Al oír mi risa despreocupada, me miró y entrecerró los ojos
intentando descifrar mis pensamientos.
Cuando la
avalancha de niños pasó de largo, se acercó a mí como si yo hubiera estirado de
una cuerda y colocó sus manos en mi cintura apretándome contra su musculado
cuerpo. Negué con la cabeza, riéndome.
— No voy a
besarte hasta que no me cuentes lo que sabes, TODO – Solté mirando hacia otra
parte, como si estuviera buscando algo. Creo
que he perdido mi bolso. Fruncí el ceño y eso fue lo que le dio la señal, yo
había dejado la situación aparte y estaba pensando en otra cosa.
— ¿Qué
ocurre? – Me preguntó colocando la mano en mi mejilla, acariciándola
suavemente. Sonreí y cerré por un segundo los ojos, lo tomó como una buena
señal y noté su cercanía de nuevo. Abrí los ojos y lo vi a un centímetro de mí.
Respiré hondo y lo aparté colocando las manos en su pecho firme.
— No sé
dónde he dejado mi bolso, ¿lo has visto? – Pregunté mirando hacia los lados. Vi
que no se movía, estaba pensando, podía decirlo porque se estaba mordiendo el
interior de la mejilla. Eso solo lo hace
cuando está pensando, me recuerda a mí porque hago exactamente lo mismo. Aunque
yo a veces me muerdo el labio, no la mejilla. Hablando de morderme el labio, me
lo estoy mordiendo ahora mismo, a lo mejor debería intentar evitar hacerlo, un
día me voy a hacer una herida.
— Deja de
morderte el labio, te vas a hacer daño. Aparte de que me distraes de manera
impresionante – Agregó ante mi nerviosismo. Entonces caí. El coche.
— Ya sé, en
el coche. Como me has sacado a la fuerza, no me ha dado tiempo de sacar el
bolso. Y ni siquiera lo he pensado, la verdad – Repliqué mientras tendía la
mano delante de él. Me miró confundido – Las llaves del coche, por favor. Voy a
buscarlo antes de que me tenga que ir – Añadí al ver que no se movía, mirando
hacia todas partes esperando que alguien apareciera de repente para decirme que
me tenía que ir.
Me puso las
llaves en la mano y me giré rápidamente hacia la puerta. Corrí hasta el coche y
busqué mi bolso en la parte delantera. Exactamente dónde lo había dejado, en el
suelo del asiento del copiloto. Lo cogí y volví corriendo hacia la puerta de
cristal. Solo abrirla, me quedé parada de repente. Erik y Quim estaban
hablando. No quiero escuchar a
escondidas, pero si me lo ponen tan fácil no hay manera humana de resistirse.
— No voy a
hacer nada, Erik, ni lo intentes. Me niego, no quiero salir mal parado. No hay
ninguna razón por la que pueda pensar que no me va a rechazar. ¿La has visto?
Es cabezona, es peleona, es difícil, es preciosa… – Parloteaba Quim
gesticulando exageradamente. Sonreí. Raquel,
¿De quién iba a estar hablando, sino? Solté una risita, pero Quim no se
giró, respiré hondo aliviada. Pero Erik sí me vio. Oh, no.
Gesticulé un
no rápido con la cabeza y coloqué mi dedo índice en mis labios indicándole que
no me delatara. Sonrió pero no dijo nada.
— Tienes que
intentarlo. A ver, Eli y yo os vamos a ayudar. Ella por parte de Raquel y yo
por tu parte. No vas a conseguir nada si no te arriesgas. Mírame a mí, me
arriesgué y ahora tengo la mejor novia del mundo – Contestó con tono
tranquilizador, me miró durante unos segundos. Me sonrojé y bajé la mirada.
— Así que de
eso se trata, de venganza. Me encanta, esta no me esperaba de ti, hermano. Eres
como un hermano para mí, sé que le molestó a tu novia que Raquel y yo
planeáramos a vuestras espaldas, pero montando una situación que no existe… Esa
sí que no me la esperaba – Se quejó, levantando la voz. Lo miré sorprendida y
totalmente confusa. ¿A qué se refiere? Pero
él no estaba mirando a Erik, me miraba a mí. Negué con la cabeza con los ojos
muy abiertos, intentando dejarle ver que no era lo que pensaba – Suficiente, no
voy a caer en vuestros juegos. No tengo ninguna posibilidad, y no me vais a
hacer cambiar de idea – Gritó mientras se alejaba por el pasillo hecho una
furia. ¿Qué acaba de pasar?
Miré a Erik
con los ojos como platos, preguntándole con la mirada. Negó con la cabeza, tan
sorprendido como yo. Esto no pinta bien,
tengo que hablar con Raquel, ella es la única que puede de verdad hacerlo
recapacitar. Pero, ¿Cómo convenzo a Raquel de que tiene una oportunidad? Ella
es tan cabezona como Quim. Tengo que pensar en algo, y rápido.
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