—Wow, esto es impresionante, ¿Subimos Riri? –Dije con una emoción que no
sabía que podía recobrar. Al ver la atracción más potente e impresionante del
parque levantarse hasta el cielo, sabía que tenía que subir, pasara lo que
pasara – ¿Y vosotros vais a subir? ¿O acaso tenéis miedo a las atracciones
fuertes? –Dije, girándome. En la última pregunta, miré fijamente a Erik,
repitiendo la pregunta que me había hecho él antes en el colegio. Me sonrió y
negó con la cabeza – ¡Vamos, entonces! –Grité emocionadísima, dando un salto. Esto va a ser divertido, solo si puedo
controlarme. Tendré que sentarme con Raquel.
— ¿Te vas a sentar conmigo, o prefieres sentarte con tu príncipe azul Quim?
–Le pregunté levantando una ceja. Me miró con los ojos entrecerrados y negó con
la cabeza repetidas veces. No poco.
—No es mi príncipe azul, en realidad no lo soporto. Y sí, me subiré contigo
–Dijo ella, levantando la voz, molesta. Me miró fijamente y me puse a reír,
mientras asentía dándole la razón como a los tontos. Ella se añadió segundos
después. Ya, ya. No lo soporta dice. No
me lo creo, veo una química entre los dos, aunque los dos la nieguen. De
momento simplemente están aliados para juntarnos a Erik y a mí. Pero estoy
segura que si no fuera por esa razón, se inventarían otra. Ahora mismo estoy
concentrada en conseguir a Erik, que no es tarea fácil. Luego me encargo de
Riri, que también tiene derecho a tener un príncipe azul. Si al final siente ni
que sea la mitad de lo que siento yo por Erik, va a ser un éxito. Porque creo
sinceramente que me gusta demasiado ese hombre.
—Ni hablar, tú te subes conmigo –Oí a MI Príncipe azul decir. Justo ahora, cuando estaba soñando despierta
contigo, muy oportuno señorito. Me giré hacia él y lo miré con los ojos
entrecerrados, negándome a ceder. Negué con la cabeza, dejándole ver que no
sería tan fácil. Crucé los brazos en mi pecho. No voy a ir corriendo cada vez que me lo pida, tiene que ganárselo. No
puede pretender conseguir todo lo que quiere siempre sin ningún esfuerzo añadido.
Le saqué la lengua y me giré, adentrándome en la cola de la atracción con
el brazo enlazado con el de Raquel.
A los pocos segundos ya teníamos a los dos detrás, haciendo cola. Podía
sentir el cuerpo de Erik cerca del mío, podía sentir su calor. Tenía su pecho
rozando mi espalda. Inconscientemente me eché hacia atrás y me apoyé en él. Había olvidado lo bien que se sentía tener
su cuerpo tan cerca del mío. Noté su pecho subir de manera súbita, había
soltado una risita. Sabía que estaba sonriendo, no sé porque, pero lo sabía. Me gusta mucho este hombre, y necesito que
sepa qué siente por mí. No puedo dárselo todo masticado. Pero no puedo luchar
contra lo que siento, mi cuerpo entero reacciona ante él, sin poder yo pararlo.
Es demasiado. Queda claro como reacciono sin poder controlarlo como por ejemplo
ahora, apoyada en él, contradiciendo mis propias acciones. Me encanta… soy
totalmente incoherente. Suspiré y noté sus brazos moverse por mis costados,
hasta que me estuvieron rodeando por la cintura y me apretaban contra él. ¿Y como se supone que yo tengo que
reaccionar ante eso? Apoyé mi cabeza en su hombro y cerré los ojos, oliendo
su perfume. Respiré relajada acompasando mi respiración con la suya. Mierda, así no era como se suponía que tenía
que reaccionar. No puedo resistirme a él, lo sabe y lo utiliza.
—Sabes que vas a sentarte a mi lado, ¿Verdad? –Susurró en mi oído,
haciéndome temblar.
Negué de nuevo con la cabeza. Cuando ya las siguientes éramos Raquel y yo,
me giré hacia él y le di un beso fugaz en el cuello antes de correr a escoger
un lugar donde sentarme. Corrí a una de las primeras filas, ya que los asientos
estaban más juntos. Me senté de un salto, como una niña pequeña y me giré para
ver si Raquel se había sentado, pero en vez de Raquel, se estaba sentando Erik.
Cuando me vio, sonrió con tal intensidad que no pude evitar reírme. Miré hacia
atrás para ver a Raquel con cara resignada sentándose al lado de Quim. Cuando
vio que la estaba mirando, miró hacia otro lado avergonzada. Sí, ahora evita mi mirada, muy maduro por tu
parte. ¿Por qué no me haces caso y me sigues la corriente? Me lo estropeas
todo…
— ¡De esta no te escapas, que lo
sepas! –Grité ante el ruido de la atracción acelerándose y la gente chillando
nerviosa. Era la primera vez que me subía, porque era una atracción nueva, y
estaba un poco nerviosa. Erik, que no me quitaba el ojo de encima en ningún
momento, me tendió su mano. Dudé, miré su mano y luego a él, así unas cuantas
veces. Cuando él estaba justo a punto de quitarla, la tomé. Sonrió y me di
cuenta que su sonrisa me brindaba más calor que el sol cegador encima de
nuestras cabezas. Me apretó la mano y le devolví el apretón notando como se
formaba una sonrisa en mi cara. Subimos y subimos y subimos por la rampa de la
atracción para llegar a los 78 metros que mide la bajada. Una vez arriba, en el
último momento, nos miramos y levantamos los brazos al mismo tiempo, riéndonos.
Esto es impresionante, me siento como una
enana cogida de su mano. Tiene la mano muy grande, se come la mía, chiquitina.
La atracción pasó por la bajada más grande e impresionante que había vivido
nunca. Era una caída libre, completamente. Grité a pleno pulmón y lo oí gritar
a él también. Saqué todo el estrés acumulado y la adrenalina se apoderó de mi
cuerpo. Me sentí genial durante el trayecto de la atracción, entre subidas y
bajadas, con los brazos arriba y su mano acunando la mía. En una de las bajadas
lo miré y bajamos los brazos. Nos quedamos mirándonos fijamente como si nada
más existiera, solo nosotros, mientras la atracción subía y bajaba, aún con las
manos entrelazadas. De repente oímos un clic y vimos una luz. La foto. Nos hacen una foto en medio del
trayecto, para venderla luego. Aparte del video. Este parque es una máquina de
hacer dinero. Vienen millones de turistas y gente que no es extranjera, como
nosotros, a este parque. Se aprovecha para ganar dinero con todo, la comida,
bebida, fotos, camisetas, pulseras, etc. La lista es interminable. Incluso hay
palomitas de sabores.
Eventualmente, la atracción se acabó y tuvimos que salir, por desgracia.
— ¡Wooooo! –Grité cuando la atracción se paró, soltando la adrenalina del
cuerpo – ¡Ha sido genial! –Dije, con la voz ronca de tanto chillar. Quiero volver a subir, quiero volver a
subir. Parezco una niña pequeña, nah, me da igual.
Cuando lo de seguridad se separó del asiento, salté fuera. Estaba tan
emocionada que seguía dando saltos. Erik se puso a reír. Su risa me encanta, es melódica y real, completamente auténtica.
Me giré hacia él y me puse a reír también. Me miraba como si fuera la única
persona en el mundo, y eso provocó que me flaquearan las piernas. Se acercó a
mí protectoramente y me abrazó levantándome del suelo y dándome vueltas. Tenía
sus brazos fuertemente enrollados en mi cintura. Para sostenerme, coloqué mis
brazos alrededor de su cuello y me apreté contra él enterrando la cabeza entre
su hombro y cuello.
Dejó de darme vueltas y desenterré mi cara de su cuello. Lo miré fijamente
y me devolvió la mirada con la misma intensidad. Sentí cosquilleos por todo mi
cuerpo, sobretodo el en estómago. Y prometo
que no son de la montaña rusa. Este hombre tiene tal efecto sobre mí, que no
voy a ser capaz de olvidarme de él nunca. No puedo más, a la mierda. Me
acerqué más a él. Cada vez más, hasta que mi nariz rozaba con la suya
ligeramente.
Cuando lo oí jadear, ya no pude aguantar más. Me lancé a su boca,
atacándolo. En el instante en el que nuestros labios se tocaron fue como si una
descarga pasara a través de nuestro cuerpo, desde el cuero cabelludo hasta la
planta de los pies. Enrollé mis piernas alrededor de su cintura y enredé mis
dedos entre su pelo. Profundicé el beso acercándolo más a mí con la ayuda de mis
manos en su nuca. Él respondió al instante, colocando las manos en mi trasero,
apretándome más a él. Nuestras bocas bailaban juntas, como si pertenecieran al
mismo patrón y hubieran sido separadas a la fuerza. Noté una sonrisa en sus
labios durante el beso. Y vaya beso. Había
tanta pasión retenida, que dolía. La fiereza del beso dejaba ver la necesidad
que teníamos el uno por el otro. No quedó más duda, me estaba enamorando de él,
y no veía solución alguna. ¿Qué me está
pasando? Iba a estar separada de él hasta que él dejara a la luz sus
sentimientos. Adoro mi autocontrol. La verdad es que con lo referente a este
hombre, el autocontrol se hace añicos. No puede ser, tengo que parar. No
¡PUEDO! Noté que una mano suya soltaba mi trasero y subía por mi espalda,
pasando por debajo de mi camiseta extra-larga. Su mano recorrió la piel desnuda
de mi espalda haciéndome temblar. Sonreí contra sus labios y le mordí el labio
inferior, ganándome una risita por su parte. Le enredé el pelo, recorriendo mis
dedos por su cuello y nuca, haciéndolo temblar. Necesitaba aire para respirar o
sino por lo contrario iba a desmayarme. Así que separé nuestros labios y cogí
una bocanada de aire. A los pocos segundos volví a unirlos rodeándole aún más
el cuello con mis brazos, como si fuera a ahogarlo, cosa no pareció molestarle.
Al contrario, me apretó más contra él. ¿En
qué estoy pensando? Esto no es lo que quería que pasara, esto va a conseguir
exactamente el efecto contrario al esperado.
Separé nuestros labios y moví mis piernas para dejarle ver que quería que
me dejara en el suelo. Estábamos luchando por aire los dos, jadeando como si
hubiéramos corrido una maratón. Me dejó en el suelo, con cara de confundido y
aun respirando con dificultad. Tenía los labios rojos e hinchados. Me toqué los
míos y los noté al rojo vivo. Se debía notar mucho qué acababa de pasar. ¿Qué acaba de pasar, exactamente? ¿Por qué
tengo que ser tan impulsiva a veces? ¿Por qué no puedo controlar mis actos
cuando estoy a su alrededor? No puede ser, tiene que ganarse esto y en cambio se
lo he dejado en bandeja. No, no puede ser. Negué con la cabeza, que me daba
vueltas. Me giré y me fui corriendo, aún con una mano sobre mis labios
ardientes.
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